domingo, 22 de abril de 2012

Historia de un experto: "jugando a perder, supimos ganar”

Por
María Angustias Esteban De La Rosa
Antonio Manuel Gutiérrez Nieto
Olivia Raquel Pérez Corral
Coordina: Maite Gorrotxategi Larrea

El 17 de octubre 2011 iniciamos la aventura del IV Experto en Promoción de la Salud. En la EASP coincidimos 22 alumnos procedentes de toda Andalucía, decididos a aprender y esperando que las semanas de estancia en Granada de los siguientes ocho meses se hicieran llevaderas.

Desde el primer día de clase se planteó la necesidad de acercarnos con una mirada nueva a la promoción de salud: abandonar el enfoque de déficits y asumir que todas las personas y comunidades poseen recursos, habilidades, capacidades… que les permiten generar conductas y hacer elecciones saludables para sí y para los que les rodean.

A partir de la segunda semana nos vimos iniciando una propuesta de Mariano Hernan, nuestro Coordinador Docente, de trabajo colectivo: el grupo debía planificar alguna actividad de promoción de salud y desarrollarla en los periodos de clase, debía caracterizarse por ser compartida de forma grupal. La idea ya se había llevado a cabo en otras ediciones del curso y existía un precedente que podríamos utilizar dando contenido desde nuestro grupo.

Se trataba de unirnos al programa “por un millón de pasos”  El tener que tomar decisiones sobre cómo desarrollar nuestro proyecto hizo aparecer en el grupo un gran potencial creativo y demostrar un entusiasmo que generado por unos pocos contagio a la mayoría. Empezamos a utilizar los desayunos , los pasillos y cualquier oportunidad para planificar nuestro proyecto común.

Desde la primera tormenta de ideas aparecieron los primeros activos grupales en forma de ingenio, disponibilidad, altruismo, buen humor…y mucha energía positiva. Se le dio forma al proyecto manteniendo el eje de “el millón de pasos” pero decidimos alimentarlo con más actividades, todas saludables y con identidad por sí mismas: paseo urbano nocturno, degustación de tapas, taller de danza del vientre, baño japonés y masaje, taller de espalda, taller de abdominales hipopresivos, jornada gastronómica con platos caseros utilizando productos de nuestros entorno etc.

Y lo llamamos… ¡ensalada de pasos!

Desde la tercera semana  compartimos rutas: Fuente La Bicha, subida “al Fargue”… y se fueron agregando los demás ingredientes. Formalmente el grupo tuvo la ocasión de vivenciar lo que profesores y expertos iban trabajando en clase acerca del beneficio de la actividad física, alimentación saludable. Pero además a medida que se fueron poniendo en práctica estas actividades, y el grupo tuvo ocasión de compartir tareas, emergió algo nuevo y no previsto para los alumnos al iniciar el curso: la conciencia grupal.

Se empezaron a desarrollar iniciativas que apoyaban este nuevo elemento: una mascota del proyecto colectivo “ensaladin” , la adquisición de camisetas con la mascota estampada, nuestro “box” de fotos, los relatos por algún miembro de las diferentes experiencias colectivas

El resultado para nuestro grupo de profesionales fue que gracias a una actitud receptiva y desprendida de prejuicios fue posible, no solo cuestionar el prisma desde el que veniamos observando nuestra realidad y diseñando nuestras actividades, sino que también supuso adoptar una actitud colaborativa y entusiasta; abandonar estereotipos y prestarse a probar nuevas experiencias; dejarse llevar por lo que surgía en el grupo y con ello aprender divirtiéndose a la vez; permitirse retomar actividades abandonadas y casi retroceder a etapas pasadas pero esta vez en un nuevo contexto: el del aprendizaje vivencial.

Claro que todo esto fue gracias a una disposición favorable a perder ese papel formal del alumno que recibe y procesa a cambio del alumno que experimenta; perder espacios de enseñanza reglada por el de participación activa del alumno; perder algo de tiempo personal para compartirlo con los demás; perder cierta privacidad para entregar al grupo una parte de nuestros dones que tal vez los descubrimos en este “paseo colectivo”.

Y todo ello, además de enseñarnos un concepto inclusivo y amplio de salud, nos ayudó a entender la importancia de conocer cuantas cosas somos capaces de hacer, cuantos intereses nuevos podemos despertar, que además de enriquecernos y divertirnos, mejoran nuestra salud física y mental.

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